27.4.10

El alma que sufrió de ser su cuerpo

Tú sufres de una glándula endocrina, se ve,
o, quiza
sufres de mi, de mi sagacidad escueta, tácita.
Tú padeces del diáfano antropoide, allá, cerca,
donde esta la tiniebla tenebrosa.
Tu das vuelta al sol, agarrándote el alma,
extendiendo tus juanes corporales
y ajustandote el cuello, se ve.
Tú sabes lo que te duele,
lo que te salta al anca,
lo que baja por ti con soga al suelo.
Tu, pobre hombre, vives; no lo niegues,
si mueres; no lo niegues,
si mueres de tu edad ¡Ay! y de tu época.
Y, aunque llores, bebes,
y, aunque sangres, alimentas a tu híbrido colmillo,
a tu vela tristona y a tus partes.
Tu sufres, tu padeces y tu vuelves a sufrir horriblemente,
desgraciado mono,
jovencito de darwin,
alguacil que me atisbas, atrocisimo microbio.

Y tu lo sabes a tal punto,
que lo ignoras, soltandote a llorar.
Tú, luego, haz nacido; eso
también se ve lejos, infeliz y callate,
y soportas la calle que te dio la suerte
y a tu ombligo interrogas ¿ dónde ? ¿ cómo ?

Amigo mio, estás completamente,
hasta el pelo, en el año treinta y ocho,
Nicolás o Santiago, tal o cual,
estes contigo o con tu aborto o conmigo
y cautivo en tu enorme libertad,
arrastrado por tu hercules autónomo ...
pero si tu calculas en tus dedos hasta dos,
es peor; no lo niegues, hermanito.

¿ Que no ? ¿ que si , pero que no ?
¡ Pobre mono ! ... ¡ Dame la pata ! ... No. La mano, he dicho.
¡ Salud ! ¡ Y sufre !


César Vallejo

25.4.10




Cada vez se enferma mi voz , más y más . Aún caben los delitos de la conciencia al razonar chirriantes balbuceos . Mas desnudos rostros he de devorar pues estrugen las retinas su palpable poder y sumen mis manos particulas humanas sin alguno poder recoger. Cada vez se enamora de tus ojos más y más blandeando el fulgor del deseo de la mirada entre piernas, entre fuego, entre humor.


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Vientos alcohólicos sobre pistas de hielo septentrional recorren mis conductos nasales.
Suelen secar por las tardes los conductos rígidos en mi sistema. Y sólo así, exclusivamente dotados, dejan encontrar el espacio para ya no ser.




Aquella vez no supo pronunciar, la lengua. Me miró, quizá no , pero mantuvo el error. Ella me propuso odiarte. El paso primero deshizo allá y aquí esa mezcla salada y babosa que ocurre los viernes en la madrugada luego de un vino. Antojada la lengua vio venir ella misma el remojo de sus labios y al doblarse una voz de oscuridad en el empíreo ahuyentó la errónea conciencia que desde hoy supo pronunciar. _________